
Construido en 1749 con restos del antiguo Templo de la Purificación, este monumento religioso guarda leyendas y secretos bajo sus muros
El templo de Santa Bárbara, ubicado en la ciudad de Ilave, provincia de El Collao, departamento de Puno, Perú, es una de las más valiosas construcciones coloniales del altiplano.
Según testimonios familiares y fuentes orales recopiladas por Juan Raúl Marón Pineda, su origen se remonta al año 1749, cuando, por orden del Marqués de Casa Hermosa —desde la ciudad de Puno—, se inició su construcción utilizando parte de los materiales recuperados del antiguo Templo de la Purificación.
Este templo anterior se encontraba en el lugar donde hoy funciona la Institución Educativa Primaria San Martín de Porres, antes Escuela Parroquial. De acuerdo con el relato transmitido por don José Toribio Marón Cáceres, abuelo del autor, aquella antigua iglesia colapsó a causa de un gran movimiento telúrico, tras lo cual se aprovechó el material recuperable para erigir la nueva obra.
Desde su base hasta cierta altura, el templo muestra un cambio en el color de la piedra, evidencia del reaprovechamiento de los bloques originales. En su construcción se empleó calicanto como mortero, mientras que la parte superior de la torre y el arco principal fueron elaborados en sillar, posiblemente extraído de las canteras de Siraya.
El techo abovedado, también de piedra unida con calicanto, fue recubierto con tejas para resistir las lluvias del altiplano. Dichas tejas fueron elaboradas en la Hacienda Chatuma, propiedad de Rafaela Vargas, ubicada entre Pomata y Yunguyo. Los tijerales habrían sido traídos desde las Yungas de Bolivia, lo que demuestra el esfuerzo y alcance de la obra.
En cuanto a su estilo arquitectónico, el templo combina elementos del arte romano con decoraciones de gran fineza. Su retablo mayor, tallado en madera y recubierto con pan de oro, albergaba valiosas pinturas coloniales, entre ellas representaciones de San Francisco Solano y Santa María Magdalena.
Actualmente, algunas de esas piezas no se conservan, aunque una de las pinturas de María Magdalena permanece en el Templo de San Miguel. Una réplica pintada por el propio don José Toribio Marón Cáceres es conservada por su familia como legado artístico y memoria viva de Ilave.
Una de las leyendas más intrigantes señala que en el altar mayor existe una puerta tapiada que conducía a un túnel subterráneo, el cual saldría cerca del río Ilave, en el sector conocido como Qala Huacani. Según se cuenta, este pasadizo fue utilizado como refugio y vía de escape por sacerdotes jesuitas durante tiempos de peligro.
El templo de Santa Bárbara no solo representa una expresión arquitectónica del periodo colonial, sino también un símbolo de fe, arte y resistencia cultural de los ilaveños a lo largo de los siglos.
✍️ Texto basado en el testimonio de Juan Raúl Marón Pineda, descendiente del recordado don José Toribio Marón Cáceres.











