
Juli, conocida como la “Pequeña Roma de América”, forma parte de los siete pueblos originarios que integraban la antigua nación lupaca, anterior incluso a las culturas Tiahuanaco e Inca. Según fuentes históricas, tuvo su primera fundación alrededor del año 1300 d.C. bajo el liderazgo del curaca Kari. Posteriormente, fue nuevamente fundada por el Inca Pachacútec Yupanqui y, más adelante, por orden de la Audiencia de Lima durante el periodo colonial.
La tercera fundación fue dirigida por Lope García de Castro, miembro del Consejo de Indias, y ejecutada por el corregidor de indios de Chucuito, Jerónimo da Silva, junto al corregidor español del Collao, Pedro Mejía.
En la etapa republicana, un decreto presidencial del 3 de junio de 1828 —firmado por el presidente José de La Mar— declaró a Juli como Benemérita Villa y capital de la provincia de Chucuito.
A lo largo de su historia, Juli ha sido cuna de personajes ilustres y ha cultivado una tradición rica en cultura y saber. Hoy, esta ciudad altiplánica busca reconectarse con su legado y proyectarse hacia el futuro como un estandarte de desarrollo y cultura en el sur andino.